Hagazussa (2017)

Hagazussa

También conocida como: “Hagazussa: A Heathen’s Curse”, “Hagazussa: A Gothic Folktale”, “Hagazussa: La maldición de la bruja”
Año de estreno: 2017
Países: Alemania y Austria
Director: Lukas Feigelfeld
Arquetipos: Histórico, terrorífico y emancipador
Comentario:

Contextualizada en las profundidades de los bosques alpinos, Hagazussa despliega en cuatro capítulos la vida de la supuesta bruja Albrun (Aleksandra Cwen / Celina Peter) a partir de una serie de imágenes surgidas de relatos populares tardomedievales germanos.

En el primer capítulo, “Sombras” se presentan momentos de la infancia de Albrun (Peters) en compañía de su madre (Claudia Martini); ambas mujeres viven solas en una pequeña cabaña, distante de la sociedad, pero en contacto directo con la naturaleza. Al tiempo que Albrun vive su menarquia, la madre muere a causa de una terrible afección (probablemente peste) que le produce severas náuseas, protuberancias en la piel y estados de consciencia alterados.

Para el segundo capítulo, “Cuernos”, aparece Albrun (Cwen), ya adulta, viviendo en la misma cabaña que había compartido con su madre y haciéndose cargo de una bebé cuyo padre se desconoce. La joven madre es tildada como bruja por los habitantes de la aldea cercana, quienes la rechazan por su ostracismo y excentricidad; no obstante la hostilidad de su entorno, Albrun no carece del goce por la vida, ya que ella encuentra placer en la naturaleza, en su hija y en los animales que la rodean. Desafortunadamente, el bienestar de Albrun se interrumpe cuando los aldeanos, cegados por la intolerancia y la superstición, arremetan en su contra, primero, abusando sexualmente de ella y después, asesinando y desollando a los animales que la acompañaban y que constituían el sustento para ella y para su bebé. Albrun decide vengarse y envenena a los aldeanos arrojando una rata muerta y orinándose en el abrevadero que les proveía de agua.

En el comienzo de “Sangre”, el tercer capítulo de la cinta, se pueden ver carretas con cadáveres saliendo de la aldea. Posteriormente, Albrun vive un episodio de psicosis producido por el consumo de hongos alucinógenos, lo que la lleva a asesinar involuntariamente a su bebé cuando se sumerge con ella en las aguas turbias de un pantano.

“Fuego”, el capítulo final de la película, muestra a Albrun completamente alterada y fuera de sí al percatarse del filicidio que ha perpetrado, lo que la lleva incluso, en medio de la desesperación y la confusión, a comerse el cadáver de su hija. Asediada por alucinaciones en las que aparece el recuerdo de su madre y presa de un estado completamente paranoico —el cual recuerda a los momentos finales de su madre— Albrun colapsa en la solitud del bosque y, por combustión espontánea, perece consumida por el fuego.

Con un ritmo lento, muy pocos diálogos y apelando más bien a la ominosa poética de imágenes potentes y cargadas de simbolismo, Hagazussa logra ser afortunada al no develar con plena claridad si lo que aparece en la pantalla es el producto de fuerzas sobrenaturales o el resultado de los trastornos psíquicos padecidos por su protagonista y malinterpretados a partir de la ignorancia de la época.

Aunque la soledad, el rechazo social y las vejaciones están presentes a lo largo de toda la vida de Albrun, el personaje posee una fuerza y autonomía que logran dotar al arquetipo de la bruja de un carácter emancipatorio que se puede homologar con el de todas aquellas mujeres que deciden permanecer perennes en la resistencia, aún en condiciones contrasistémicas adversas que las vuelven marginales e incómodas para su contexto social.

Los valores estéticos cinematográficos de Hagazussa, sin duda, recuerdan a los de The Witch (Eggers, 2015), pero ahí en donde la cinta de Robert Eggers termina por caer en lo explícito y en ciertos convencionalismos más cercanos al cine de terror comercial, el filme novel de Lukas Feigelfeld se sostiene con un talente atmosférico siniestro que, en su austeridad y minimalismo, consigue su eficaz elegancia.