Witch’s Cradle (1944)

Witch’s Cradle

También conocida como: “The Witch’s Cradle”, “Witches’ Cradle”, “La cuna de la bruja”
Año de estreno: 1944
País: EUA
Directora: Maya Deren
Arquetipo: Emancipador
Comentario:

Witch’s Cradle es un cortometraje experimental silente de aproximadamente 12 minutos de duración, realizado por la cineasta y artista ucraniana-estadounidense Eleanora Derenkowsky, mejor conocida como Maya Deren. El papel de la bruja está protagonizado por Pajorita Matta y también en pantalla aparece el connotado artista vanguardista Marcel Duchamp, quien también colaboró en la conceptualización del trabajo. El filme, supuestamente inacabado, consiste en una serie de planos intercalados, sin alguna articulación cronológica o narrativa evidente en los que se puede ver, en medio de numerosos planos insertos, lo siguiente: una joven bruja (Matta), atónita, junto a una suerte de bulbo ondulante; un hombre (muy probablemente, Duchamp) asediado por una cuerda que, moviéndose por sí sola, se va enredando en torno a su cuello; un corazón palpitante que se detiene; la joven bruja recorriendo una galería de arte con instalaciones y esculturas abstractas (se trata de la Art of This Century Gallery en Nueva York); Duchamp manipulando un intrincado nudo entre sus dedos; de nuevo, la mujer con un pentagrama en la frente en el que se puede leer la frase “THE END IS THE BEGINNING IS…” circunscrita cíclicamente; la joven bruja manipulando telequinéticamente diversos objetos marcados con runas y símbolos alquímicos y después, en una suerte de trance, el goce de lo que aparenta ser una experiencia extracorpórea…

A juzgar por el título del cortometraje, lo más probable es que con este trabajo, Deren y Duchamp estén referenciando y tratando de representar los estados de consciencia alterados que se producían con el método de tortura conocido como “la cuna de la bruja” (“witch’s cradle”), el cual, consistía en mecer repetidamente, de cabeza, con los ojos y oídos tapados, a las acusadas de brujería, lo que traía como consecuencia alucinaciones y la completa pérdida de toda percepción espacial y corporal.

Además de la valía visual de Witch’s Cradle, ya de por sí, admirable en sí misma, resulta muy interesante la resignificación que se hace del tormento brujeril para que, con una directriz muy ad hoc al surrealismo, éste deje de ser visto exclusivamente en un sentido negativo y punitivo, para convertirse más bien en una vía metodológica creativa que pudiera posibilitar el acceso a realidades artísticas “por encima” de la realidad.