La noción de desontologización a partir del concepto del Cuerpo sin Órganos (CsO) de Deleuze y Guattari

La noción de desontologización a partir del concepto del Cuerpo sin Órganos (CsO) de Deleuze y Guattari

Publicada en 1980, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia (2010) de Gilles Deleuze y Félix Guattari, se trata de una obra teórica que, desde su formato, incita al replanteamiento epistemológico. En lugar de constituirse por capítulos cuya lectura habría de realizarse de manera lineal y cronológica, Mil Mesetas opera a partir de textos intercalados (cada uno con cierta autonomía, pero a su vez, con múltiples interconexiones) y cuya lectura puede realizarse sin seguir un orden específico y predeterminado.[1]  Para cada uno de esos textos, los autores utilizan el término de mesetas, al cual han recurrido desde la denominación de Gregory Bateson: 

Bateson emplea la palabra “meseta” (plateau) para designar algo muy especial: una región continua de intensidades, que vibra sobre sí misma, y que se desarrolla evitando cualquier orientación hacia un punto culminante o hacia un fin exterior […] Un rasgo deplorable del espíritu occidental consiste en relacionar las expresiones y las acciones con fines externos o transcendentes, en lugar de considerarlas en un plan de inmanencia según su valor intrínseco. (Deleuze y Guattari, 2010, p.26)

Ya desde estos primeros indicios, se comienza a atisbar una de las ideas más potentes al interior de los planteamientos de Deleuze y Guattari: el rechazo a la trascendencia y, en contraparte, el abrazo a la inmanencia. La trascendencia va más allá de las subjetividades, es algo ajeno de ellas, se le ubica siempre fuera de sí y se constituye como un plan predefinido que debe de ser concretado, un proyecto específico y delimitado a priori. La inmanencia, en cambio, está implícita dentro de las subjetividades, es acción y potencia desde su interior, no se encuentra predefinida y puede devenir en un sinfín de posibilidades infinitas.

Para Deleuze y Guattari un medio para perseguir la inmanencia y descartar la predefinición de la trascendencia consiste en hacerse de un Cuerpo sin Órganos (CsO),[2] el cual “está hecho de tal forma que sólo puede ser ocupado, poblado por intensidades” (2010, p. 158); “es el campo de la inmanencia, del deseo” (2010, p. 159).

El CsO de Deleuze y Guattari no se refiere a un cuerpo vacío, ni que niegue a los órganos, “el CsO no se opone a los órganos, sino a esa organización de los órganos que llamamos organismo” (2010, p.163). Cabe mencionar que la operación que lleva la CsO no debería ser para nada destructiva, sino más bien deconstructiva, de tal suerte que:

Deshacer un organismo nunca ha sido matarse, sino abrir el cuerpo a conexiones que suponen todo un agenciamiento, circuitos, conjunciones, niveles y umbrales, pasos y distribuciones de intensidad, territorios y desterritorializaciones medidas a la manera de un agrimensor. En la última instancia, deshacer el organismo no es más difícil que deshacer los otros estratos, significancia o subjetivación. (Deleuze y Guattari, 2010, pp. 164,165)

Tomando como base la Ética de Spinoza, la relevancia del CsO está en el desecho de la esencia y el favorecimiento de la potencia en su estado más intensivo (Deleuzze y Guattari, 2010, p.159). Para explicar con mayor detalle esta cualidad del CsO, Deleuze y Guattari utilizan la metáfora del huevo:

El huevo es el CsO. El CsO no es “anterior” al organismo, es adyacente a él […] es una involución, pero una involución creadora y siempre contemporánea […] No hay modo alguno órganos desmembrados con relación a una unidad perdida, ni vuelta a lo indiferenciado respecto a una totalidad diferenciable. Hay distribución de razones intensivas de órganos, con sus artículos positivos indefinidos, en el seno de un colectivo o de una multiplicidad, es un agenciamiento. (2010, pp.168,169)

Conviene aquí detenerse, tener cautela y hacer énfasis en que las reflexiones del CsO realizadas por Deleuze y Guattari no apuntan particularmente a nociones en torno al cuerpo o a la corporalidad. El concepto del CsO es, ante todo, ontológico y puede ser aplicable a cualquier entidad cuya potencia pueda estallar positivamente a partir de su desarticulación frente a una presuposición organizativa.

En este sentido, podríamos considerar que ciertos planteamientos en torno al género y su desontologización corren paralelos a los del CsO; por ejemplo, existe una relación teórica-epistemológica palpable en algunas de las cavilaciones de Judith Butler expuestas trabajos como Deshacer el género: “[…] debemos ser deshechos con el fin de hacemos a nosotros mismos: debemos formar parte de una existencia más amplia en el tejido social para crear lo que somos” (Butler, 2006, p148). Las argumentaciones de Butler (y su cimentación queer), en concordancia con Deleuze y Guattari,parten de una desontologización del género basada en la potencia subjetiva y su inmanencia por encima —de manera aplastante— de su esencia y trascendencia. Una vez descritos, aunque someramente, los alcances del CsO (como artificio teórico para explicar la desontologización de subjetividades), habría que repensar este interesantísimo concepto como operante y a la vez detonante al interior de los modelos de representación ficcionales en los imaginarios cinematográficos;


¿En qué forma el lenguaje cinematográfico puede devenir en ejemplos de representaciones de subjetividades que han desatado su potencia inmanente al presentarse como CsO a través de la pantalla? ¿Cómo es que esas representaciones —a la manera de CsO— contrastan con aquellas representaciones arquetípicas esencialistas? Precisamente, el CsO puede ayudarnos a entender la desontologización de arquetipos ficcionales que han estado bajo la sujeción esencialista que define su existencia, lo cual resulta pertinente al abordar subjetividades que se han visto (de/re)formadas al ser atravesadas por el género o su sexualidad.


[1]  Para referir a tal posibilidad de argumentación y recepción de un contenido, Deleuze y Guattari trabajan el concepto de rizoma, al que dan explicación y desarrollo en la “primera” y quizás más reconocida meseta dentro del texto (2010, pp.9 – 29).

[2] Si bien, el concepto del Cuerpo sin Órganos es recurrente a lo largo de Mil Mesetas, es en la meseta 6. “28 noviembre 1947 - ¿Cómo hacerse de un cuerpo sin órganos?” (Deleuze y Guattari, 2010, pp. 155 – 171), en donde se desarrolla con mayor claridad y amplitud.