Suspiria
También conocida como: “Suspiria: el maligno”
Año de estreno: 2018
Países: Reino Unido, EUA e Italia
Director: Luca Guadagnino
Arquetipos: Emancipador y terrorífico
Comentario:
La Suspiria (2018) de Luca Guadagnino no es precisamente un remake de la Suspiria (1977) de Dario Argento, lo cual va más allá de las diferencias en la visualidad entre las dos películas. Si bien, ambas cintas comparten un mismo planteamiento argumental inicial (una joven estadounidense viaja a una academia de danza en Alemania para después descubrir que la academia y sus dirigentes conforman un aquelarre de brujas), el desarrollo, la profundidad y la resolución narrativa y simbólica de la película de 2018 dista mucho de su homónima de 1977.
En la Suspiria de Argento, la joven protagonista sólo pretende escapar de la academia de danza tan pronto y se devela su verdadero modus operandi como un maligno aquelarre; en contraste, la protagonista de la Suspiria de Guadagnino (interpretada por Dakota Johnson) busca su lugar en el aquelarre, al grado que, al final de la cinta, termina convirtiéndose en su nueva dirigente con la firma intención de redireccionar a su hermandad hacia un nuevo derrotero moral.
En la Suspiria del 77, la danza no juega un papel verdaderamente relevante, bien podría haber sido una academia de música o una academia de artes plásticas y el marco narrativo no sufriría grandes cambios; en cambio, para la Suspiria del siglo XXI, la danza, su vinculación con el cuerpo y su inherente carácter dionisiaco, resultan imprescindibles tanto para la narrativa en general, como para ciertos pasajes estéticos de la película.
Adicionalmente, cabe hacer énfasis que la Suspira de Dario Argento es completamente indiferente al contexto espaciotemporal en el cual se desarrolla; entretanto, la nueva Suspiria establece un vínculo simbólico con el llamado “Otoño alemán”, ya que los crímenes y las luchas de poder dentro del aquelarre hacen eco de los conflictos sociopolíticos de la década de los setenta que sumieron a la República Federal Alemana en su mayor crisis de Estado desde la Segunda Guerra Mundial.
Finalmente, la Suspira del 2018 fija un posicionamiento en un tenor feminista, utilizando al arquetipo de la bruja y a su figura organizacional del aquelarre no solamente como presencias malignas, sino como mediaciones para consolidar la sororidad, los cuidados y la resistencia política de las mujeres, planteamiento concordante con el de numerosos grupos feministas emergentes desde mediados del siglo pasado en diversas latitudes del mundo.