Rosemary’s Baby
También conocida como: “El bebé de Rosemary”, “La semilla del diablo”
Año de estreno: 1968
País: EUA
Director: Roman Polansky
Arquetipo: Terrorífico
Comentario:
El matrimonio Woodhouse, conformado por Rosemary (Mia Farrow) y Guy (John Cassavetes), se muda a un apartamento en un antiguo edificio en Nueva York marcado por un pasado sombrío. Al tiempo que Guy intenta forjar una carrera como actor de teatro, Rosemary anhela tener un bebé y hacer de su nueva morada el hogar soñado. Los Woodhouse entablan amistad con sus vecinos, Roman Castevet (Sidney Blackmer) y Minnie Castevet (Ruth Gordon), quienes a pesar de sus excentricidades, inicialmente se muestran bienintencionados con Rosemary y Guy. Bajo circunstancias ominosas, Rosemary queda embarazada y a partir de ese momento los Castevets comienzan a involucrarse de manera invasiva en su cuidado. En la medida que el nacimiento del bebé está cada vez más cerca, la salud y la estabilidad emocional de Rosemary se van menguando ante la indiferencia de quienes la rodean y que supuestamente velarían por su bienestar. Después de un tortuoso parto, la verdad queda develada: Rosemary no dio a luz al hijo de Guy, sino al hijo del diablo, “la semilla del diablo” le fue implantada conforme a los designios de los Castevets, líderes de un aquelarre de brujos adoradores de Satanás.
Con buenas actuaciones, un guion bien desarrollado y una excelente realización, Rosemary’s Baby tiene bien merecido su lugar como uno de los clásicos imprescindibles dentro del cine de terror. Aunque sus aproximaciones a la brujería y al satanismo no caen fuera de lugares comunes y no hay ningún indicio por reivindicar al arquetipo de la bruja o a la brujería en un carácter emancipatorio; es posible realizar una aproximación feminista a la película a partir de la toma de decisiones que realiza Rosemary en torno a su cuerpo y a su embarazo, la violencia que ello le implica por parte de las personas que la rodean y el fortalecimiento del temple de una mujer que inicialmente se presenta boba, frágil y manipulable, pero que al final de la cinta se resuelve inteligente, valiente y autónoma, a tal grado que es ella y sólo ella quien decide qué hacer y cómo aproximarse a su peculiarísimo vástago.